La leyenda del Urco de la isla de Cortegada
Seguro que conoces la isla de Cortegada. Está situada en Vilagarcía de Arousa, en el barrio marinero de Carril, forma parte del Parque Nacional das Illas Atlánticas. Por tanto, es un lugar protegido. Si sabes algo sobre él, te sonará eso de que alberga el bosque de laurel más grande de Europa. Pero lo que seguramente no conozcas es la leyenda del Urco.
Hoy te la vamos a contar. ¿Y por qué hoy? Porque octubre se acerca a su fin, y Samaín, o Halloween, como quieras llamarle, está a la vuelta de la esquina. Así que es una época perfecta para contar historias de miedo. Y de eso en Galicia vamos sobrados. Como dice una de nuestras cantantes más internacionales: Galicia, Terra Meiga.
Las leyendas gallegas están vívidamente grabadas en el imaginario colectivo. No hay absolutamente nadie que no haya oído hablar de la Santa Compaña, esa procesión de ánimas que recorre los caminos de noche a la caza de desprevenidos incautos que caigan en sus redes.
O de las meigas, asimiladas de forma bastante errónea con las brujas fuera de nuestras fronteras. Meigas que pueden ser buenas o pueden ser malas. Es un debate abierto. Pero quien no tiene una abuela en la aldea que dice que tal o cual vecina era meiga.
El Urco de la isla de Cortegada
Mouchos, coruxas, sapos e bruxas…. Así da inicio el conxuro de la queimada. Y es que en Galicia otra cosa no, pero historias de miedo tenemos para dar y regalar. El imaginario popular gallego está lleno de todo tipo de seres terroríficos. No solo de la Santa Compaña y de las meigas se nutren las leyendas gallegas. Mouros, trasnos, perros del infierno… Y de estos últimos os vamos a hablar hoy. Concretamente del Urco de la isla de Cortegada.
Esta isla estuvo habitada hasta mediados del siglo XX, cuando fue adquirida para donársela al rey Alfonso XIII con el fin de que estableciera en ella su residencia de verano. Pero eso nunca llegó a suceder. A consecuencia de ello, la isla de Cortegada quedó abandonada. Se dice que, por aquellos tiempos, en las noches de tormenta, los vecinos de Carril despertaban de madrugada con el aullido del Urco. El “que viene el coco” tan popular en otros lugares, en Carril adquirió la forma de “¡Mira que vai vir o Urco!”
La historia se fue transmitiendo oralmente y aún hay quién recuerda con pavor la figura del can. Ésta ya no se utiliza para amedrentar a las nuevas generaciones, pero, por si acaso, si estás paseando por Carril y un aullido desgarra la noche, busca refugio… el Urco puede andar cerca.
Pero igual tú, querido lector, eres una de esas personas a las que les interesa conocer lugares encantados. Para ti tengo una oferta que no podrás rechazar: una visita a la isla de Cortegada. Además del innegable atractivo de visitar un lugar de tal belleza, puedes revivir el pasado paseando por los edificios que aún quedan en pie. Creerás estar en un cuento. Que mejor plan ahora que Halloween está por llegar.
Galicia, Terra Meiga
Galicia es especial. Tierra fértil revestida de verde, mar bravo que contrasta con la gentileza de las aguas de las rías. Ríos caudalosos que transcurren por bosques encantados, orografía accidentada y playas sacadas del paraíso. Galicia son los vientos poderosos y las suaves brisas que acarician las hojas de los árboles. Los colores del atardecer en el cielo y el luscofusco que da la bienvenida a la sombra. Galicia es naturaleza agreste y es la gente que habita en ella. Pueblo de tradiciones y creencias firmemente arraigadas.
Supersticiones, leyendas y ritos envuelven la vida de los gallegos. Relatos que sobreviven al paso de los siglos, narrados en grata compañía junto al calor de la lareira o alrededor del fuego de la fogueira. Un respeto profundo a lo inaprensible, aprendido tras tantos años de faenar en el mar o en las noches de densa niebla, que se matiza con fogonazos del humor tan característico de la zona.
En O Salnés las piedras o cons esconden fabulosos tesoros custodiados por mouras, hay túneles subterráneos que conectan el territorio, hermosas sirenas que enamoran a caballeros y milagros que cuestionan la mismísima realidad. Por la noche, reino de lo incierto y las sombras, se puede escuchar el temible rugido del Urco o atisbar la lenta procesión de la Santa Compaña.
Y es que el complejo carácter gallego, donde el realismo más exacerbado y práctico está imbuido del misticismo más puro, se hace perceptible en la popular frase: “Eu non creo nas meigas, máis habelas, hainas”.
